Durante meses o incluso años, no entendí muy bien lo que me pasaba. Aunque todo parecía perfecto, seguía sintiendo que me faltaba algo, pero no sabía muy bien lo que era.
Tenía una buena empresa, buenos socios, buen sueldo, ¡incluso buenas y largas vacaciones!, pero no conseguía sentirme alineado conmigo mismo.
Además, cuando compartía mis pensamientos e inquietudes con otras personas, la respuesta era siempre la misma: ”Deja de preocuparte y disfruta. Habéis trabajado mucho para conseguir lo que tenéis”. Y equivocadamente dejaba de escuchar, una y otra vez, mi voz interior.