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Mi historia profesional empezó en la década de los 90 cuando, junto a dos buenos amigos, decidimos crear nuestra propia agencia de comunicación.
 
Teníamos claro que no queríamos trabajar para otros, así que nos lanzamos con nuestro proyecto convirtiéndonos en empresarios desde el inicio.
 
Empezamos apenas sin recursos, pero poco a poco fuimos creciendo en equipo, servicios y facturación gracias a la confianza de multitud de clientes que captaban nuestra ilusión y ganas.